“¡Oh hijas! El Papa es la cabeza de la Iglesia. Es el padre común, el padre de todos; nos ama con gran ternura. Cuántos ingratos desoyen su voz y traspasan su corazón”. Beata Mª Emilia Riquelme
Con el corazón agradecido y conmovido, nos unimos a toda la Iglesia ante el fallecimiento del Papa Francisco, quien ha sido llamado a la Casa del Padre.
Damos gracias a Dios por su vida, por su entrega generosa y por el testimonio humilde y valiente con el que sirvió a la Iglesia y al mundo entero. Francisco nos enseñó la fuerza de la misericordia con gestos sencillos, nos mostró un rostro cercano del Evangelio, y nos ayudó a descubrir una Iglesia que no excluye, que camina con todos, especialmente con los que más sufren. Ha sido un Pastor bueno, amigo de los pobres, sembrador incansable de paz, justicia y esperanza.
Su voz profética abordó con valentía los grandes desafíos de nuestro tiempo: nos habló de la dignidad de los migrantes y refugiados, del cuidado de la casa común, de una economía al servicio de las personas, de la fraternidad universal. Con firmeza, alzó su voz para clamar por el fin de las guerras, recordándonos que toda vida humana es sagrada y que la paz es posible. Nos impulsó a salir, a acoger, a sanar heridas, a tender puentes. Su magisterio y su vida seguirán iluminando nuestro camino. Nos queda su gran testimonio de vida, de un Pastor que sirvió con amor y fidelidad hasta el final.
Como Congregación, recordamos con profundo agradecimiento, que durante su pontificado fue beatificada nuestra madre fundadora, María Emilia Riquelme, mujer de corazón abierto a los más pobres. Ella, al igual que el Papa Francisco, nos enseñó que el amor a Dios se expresa en la cercanía, el servicio humilde y el compromiso con quienes más lo necesitan.
Os invito, a intensificar nuestra oración personal y comunitaria, unidos en comunión como Familia MISSAMI, por el eterno descanso del Papa Francisco, en acción de gracias por todo el bien que nos deja, y también por el discernimiento en la elección de su sucesor, para que el Espíritu Santo siga guiando con sabiduría y amor el camino del Pueblo de Dios.
Confiamos en que el Señor, a quien Francisco amó y sirvió con fidelidad, lo ha recibido en su paz y en su abrazo de amor.
Que, en este tiempo de Pascua, renovemos también nuestra fe en la Vida que vence toda muerte. Cristo ha resucitado: esta es nuestra esperanza.
Marian Macías Rodríguez. mss.
Superiora General